Ricardo Juárez Nava, trabajador de la construcción, llegó a Woodbridge, Virginia, hace 12 años. Originario de Coatepec Harinas, estado de México, vivió desde su arribo a Estados Unidos las constantes violaciones a los derechos humanos, las humillaciones, la indefensión y el estado de vulnerabilidad en el que sobreviven los mexicanos (y centro y sudamericanos) en un país en el que esta semana hubo tres nuevos asesinatos de indocumentados.
Ricardo es uno más de los 9 mil trabajadores y trabajadoras que han engrosado las estadísticas de inmigrantes en Woodbridge, una ciudad en la que hace una década había apenas unos 300 trabajadores indocumentados. El auge de la industria de la construcción en años recientes provocó que se incrementara considerablemente la ocupación de mano de obra barata en la costa este (media) de Estados Unidos, sobre todo en los estados de Maryland, Virginia y Delaware, y Washington DC, zona históricamente conservadora.
"Después de años de trabajo, estaba en trámites para obtener mi residencia, pero la aplicación dependía de la empresa. Entonces el patrón me bajó el sueldo, me humillaron y abusaron de mi trabajo, pues sabían que de ellos dependía que yo obtuviera mis papeles. En ese momento sentí por primera vez una gran indignación".
"Hace uno cinco años me lastimé la columna en un accidente en el trabajo y quedé incapacitado para laborar durante dos años. Cuando regresé dado de alta medicamente me despidieron porque no podía levantar cosas pesadas", cuenta Ricardo desde Wa-shington, una semana después de haber emprendido en Richmond, Virginia, una jornada de ayuno, junto a otros migrantes, en rechazo a las nuevas iniciativas legislativas que criminalizan a los indocumentados y a todo aquel que los apoye.
La jornada de acciones incluyó el ayuno, una marcha y una campaña de visita a los legisladores, y fue protagonizada por migrantes de varias nacionalidades y promovida por diversas agrupaciones, entre ellas Mexicanos Sin Fronteras, primera organización mexicana que lucha por los derechos de todos los migrantes en esta región de Estados Unidos, y de la cual es coordinador Ricardo Juárez.
El panorama para nuestros connacionales no podría ser peor en Virginia, donde "más de 40 propuestas contra los inmigrantes han sido introducidas a la legislatura para su aprobación, además de las redadas, de los policías que detienen sin autorización a indocumentados para entregarlos a la migra; de las leyes locales con las que se trata de restringir el acceso a la vivienda, a la educación, a la salud, y de castigar a quienes nos emplean o nos ayudan. Y a esto hay que sumar la actitud de los empleadores sin escrúpulos que se niegan a pagar nuestro trabajo, y desde luego, la impune actividad de los grupos antimigrantes solapada por las autoridades".
La resistencia a éstas y otras medidas crece cada vez más. "Hace no mucho que decidimos ya no dejarnos", dice Ricardo, pues, reitera, "no somos criminales y exigimos respeto a nuestra dignidad". La pregunta es: Y de este lado, ¿qué estamos haciendo?
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