Por Celso Cristóbal Hernández Rojas. *
Una de las apreciaciones de la mayor parte de la gente es que la forma de conducción del gobierno de Felipe Calderón es mala para los pobres. Ante estas aseveraciones uno no tiene más que decir, en realidad lo que pasa es que ya no se quieren acordar, ni de Zedillo, ni de Fox, por citar los últimos dos sexenios, los que apoyaron más abiertamente una política que favorece a los empresarios tanto nacionales como extranjeros. Había pues que precisar al comentario popular, que desde hace mucho tiempo ésta es la constante: un gobierno para los ricos, el punto es cómo cambiar esta situación.
En algún momento dentro del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, en la reformulación de la política social sexenal, se intentó ponerse al día con las tendencias internacionales sobre la economía social, y se comenzó a reformular la política de financiamiento a los temas sociales, a las llamadas empresas con responsabilidad social, que de hecho permitía la entrada a algunos empresarios para usar los fondos públicos, o incluso llegaron en algunos otros momentos a registrarse como cooperativas, esto hizo que en realidad una serie de empresas organizadas con mucho esfuerzo por las organizaciones sociales no tuvieran la atención, el financiamiento, los estudios de mercado y planificación, que se requiere para tener una empresa exitosa.
En general, la empresa social a que se refiere el discurso social de la SEDESOL, son empresarios que se disfrazan para obtener fondos públicos, son las PyMES, en su papel más depredador y degradante. En un estudio realizado el año pasado, que se dio a conocer junto con las jornadas de apoyo a la Cooperativa “Pascual” -por el injusto fallo del Tribunal Superior de Justicia-; los investigadores de la Escuela de Trabajo Social de la UNAM encontraron algo que es evidente para todos nosotros: las cooperativas representan una mínima parte de la economía nacional, en general no aportan ni siquiera el 1% del PIB nacional, muchas están registradas pero hace tiempo dejaron de funcionar, sobre todo por que la ley al modificar su régimen fiscal las afectó de manera drástica.
La referencia a las cooperativas se debe a que es la figura que las organizaciones sociales en su mayor parte toman para organizarse productivamente. Existen otras, como son: mutualidades, cajas de ahorro, fideicomisos o en menor medida empresas sociales, pero aún tienen un peso mínimo en la economía nacional. Para muchos debiera de ser claro que mientras en el país no exista un amplio sector de empresas sociales la situación económica y de desarrollo social de amplios sectores de la población no va mejorar por que, simple y sencillamente, lo que se tiene que dar en forma natural, es que las organizaciones sociales pasen de la protesta política y social a generar formas económicas -cooperativas de consumo, servicios y producción, empresas sociales, cajas de ahorro, redes de comercio- que mejoren la condición de vida de la población.
Estamos en un momento, en que la gran movilización social que prevalece, ante un gobierno ilegítimo fruto del fraude electoral, de orientación ideológica conservadora o hasta derechista, que ha marcado claramente la ruta de su gobierno en ser “continuación de las exitosas políticas del anterior sexenio”, no va a promover o gestar empresas sociales, sino seguirá con la simulación y favoreciendo a los mismos empresarios que ayudaron a consumar el fraude electoral. Por eso las organizaciones sociales y políticas, deben inscribir en sus proyectos el generar empresas o formas económicas que en general se comporten como empresas sociales.
La meta es sustentar el desarrollo del país en la iniciativa popular. En este sentido, formas de organización productiva, como las cooperativas, sustituyen la gestión jerárquica de las empresas por formas de democracia participativa donde los beneficios son de carácter colectivo y no privados. Se trata así de organizar la producción y distribución desde la iniciativa social-popular de las organizaciones sociales hacia múltiples formas concretas, y en esa medida crear un sector social de la economía, que de empleo e ingreso equitativo a la población. Suena fácil, pero éste es una de los más grandes retos y paradigmas que enfrenta el movimiento social, para trascender más allá de esta coyuntura.
* Taller de Economía Social y Políticas Públicas
Una de las apreciaciones de la mayor parte de la gente es que la forma de conducción del gobierno de Felipe Calderón es mala para los pobres. Ante estas aseveraciones uno no tiene más que decir, en realidad lo que pasa es que ya no se quieren acordar, ni de Zedillo, ni de Fox, por citar los últimos dos sexenios, los que apoyaron más abiertamente una política que favorece a los empresarios tanto nacionales como extranjeros. Había pues que precisar al comentario popular, que desde hace mucho tiempo ésta es la constante: un gobierno para los ricos, el punto es cómo cambiar esta situación.
En algún momento dentro del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, en la reformulación de la política social sexenal, se intentó ponerse al día con las tendencias internacionales sobre la economía social, y se comenzó a reformular la política de financiamiento a los temas sociales, a las llamadas empresas con responsabilidad social, que de hecho permitía la entrada a algunos empresarios para usar los fondos públicos, o incluso llegaron en algunos otros momentos a registrarse como cooperativas, esto hizo que en realidad una serie de empresas organizadas con mucho esfuerzo por las organizaciones sociales no tuvieran la atención, el financiamiento, los estudios de mercado y planificación, que se requiere para tener una empresa exitosa.
En general, la empresa social a que se refiere el discurso social de la SEDESOL, son empresarios que se disfrazan para obtener fondos públicos, son las PyMES, en su papel más depredador y degradante. En un estudio realizado el año pasado, que se dio a conocer junto con las jornadas de apoyo a la Cooperativa “Pascual” -por el injusto fallo del Tribunal Superior de Justicia-; los investigadores de la Escuela de Trabajo Social de la UNAM encontraron algo que es evidente para todos nosotros: las cooperativas representan una mínima parte de la economía nacional, en general no aportan ni siquiera el 1% del PIB nacional, muchas están registradas pero hace tiempo dejaron de funcionar, sobre todo por que la ley al modificar su régimen fiscal las afectó de manera drástica.
La referencia a las cooperativas se debe a que es la figura que las organizaciones sociales en su mayor parte toman para organizarse productivamente. Existen otras, como son: mutualidades, cajas de ahorro, fideicomisos o en menor medida empresas sociales, pero aún tienen un peso mínimo en la economía nacional. Para muchos debiera de ser claro que mientras en el país no exista un amplio sector de empresas sociales la situación económica y de desarrollo social de amplios sectores de la población no va mejorar por que, simple y sencillamente, lo que se tiene que dar en forma natural, es que las organizaciones sociales pasen de la protesta política y social a generar formas económicas -cooperativas de consumo, servicios y producción, empresas sociales, cajas de ahorro, redes de comercio- que mejoren la condición de vida de la población.
Estamos en un momento, en que la gran movilización social que prevalece, ante un gobierno ilegítimo fruto del fraude electoral, de orientación ideológica conservadora o hasta derechista, que ha marcado claramente la ruta de su gobierno en ser “continuación de las exitosas políticas del anterior sexenio”, no va a promover o gestar empresas sociales, sino seguirá con la simulación y favoreciendo a los mismos empresarios que ayudaron a consumar el fraude electoral. Por eso las organizaciones sociales y políticas, deben inscribir en sus proyectos el generar empresas o formas económicas que en general se comporten como empresas sociales.
La meta es sustentar el desarrollo del país en la iniciativa popular. En este sentido, formas de organización productiva, como las cooperativas, sustituyen la gestión jerárquica de las empresas por formas de democracia participativa donde los beneficios son de carácter colectivo y no privados. Se trata así de organizar la producción y distribución desde la iniciativa social-popular de las organizaciones sociales hacia múltiples formas concretas, y en esa medida crear un sector social de la economía, que de empleo e ingreso equitativo a la población. Suena fácil, pero éste es una de los más grandes retos y paradigmas que enfrenta el movimiento social, para trascender más allá de esta coyuntura.
* Taller de Economía Social y Políticas Públicas
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